Al final y salvando las
distancias expresivas y competitivas de ambos las dos obras llegan a un mismo
punto: poner al límite el cuerpo es poner al límite la mente, es ser más fuerte
mentalmente y poder conseguir más en el plano físico pero también en el
intelectual.
Todo corredor al límite (todo deportista, aunque sea amateur, lo es) es seguidor de una particular religión y del mismo modo que un creyente intenta difundir su fe porque la considera algo bueno para él y para los demás; podemos decir que ambos autores, aunque sea involuntariamente, contribuyen a despertar el corredor febril atávico que se encierra en cada uno de nosotros.
Todo corredor al límite (todo deportista, aunque sea amateur, lo es) es seguidor de una particular religión y del mismo modo que un creyente intenta difundir su fe porque la considera algo bueno para él y para los demás; podemos decir que ambos autores, aunque sea involuntariamente, contribuyen a despertar el corredor febril atávico que se encierra en cada uno de nosotros.
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