
Podríamos decir que esa
es la tesis que defiende el etólogo Richard Dawkins o mejor dicho que defendió
hace 30 años. De ahí se desprende que evolución está ligada a gen y no a
individuo, sea de la categoría y complejidad que sea. En conclusión cualquier
forma “viva” es una máquina de supervivencia, que se programa para perpetuar
los genes a través de las distintas formas de reproducción.
La decisión de que gen
predomina en un nuevo individuo, por ejemplo cuando los padres progenitores
tienen los ojos de distinto color, o la manera en la que se establecen nuevas
alianzas para crear máquinas (seres) adecuados para la supervivencia del gen,
son algunos de los temas en lo que ahonda el científico con afán didáctico y
riguroso a la vez.
¿Hasta dónde puede llegar
el gen evolutivo y egoísta? Quien sabe hasta dónde puede llegar la capacidad de
inventiva del gen que como la energía no se crea ni se destruye: se transforma.
Un libro para darnos
cuenta, una vez más, de la insignificancia del ser humano individual en
términos globales; un instrumento que nos reafirma en el derecho a huir de
supercherías y religiones, de vidas eternas fuera de esta, una forma de tocar
con los genes en el suelo.
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